8.enero.2014
Jesús del Gran Poder y Virgen del Pompillo ¡qué vacaciones! Bueno, vacaciones por llamarlas de alguna manera. Ayer, sin saber que por estos lares habían decidido dar a los retoñetes un día más de vacaciones para que disfruten de sus reyes, vestí a las enanas, puse lavadora, planché, recogí cocina, nos vestimos (porque marido se había cogido un día para hacer recados) y nos fuimos hacia el cole. De camino Marido hacía observaciones tipo: No veo ni un niño ¿seguro que hay cole? Que si hombre, es solo que llegamos tarde…
Ni un alma en la puerta del cole y todavía tengo los santos bemoles de llamar a una mamá para asegurarme de que no iba a empezar más tarde o algo así… la esperanza es lo último que se pierde.
Entre comidas familiares, idas y venidas, compras, cocinar, marido y enanas… Sí, adoro a mis pequeñas polluelas, pero tienen una capacidad asombrosa para conseguir que deseé quedarme sorda un ratillo. Madre del amor hermoso, no callan ni debajo del agua, no dan tregua.
Vera es más silenciosa, pero en silencio la lía parda en una milésima de segundo. Creo que ya he mencionado su adicción al papel, pues ha descubierto nuestro cubo de reciclaje y se hincha. Sube la tapa, pilla el primer papel que ve (sea folleto, folio o tisú con mocos) y sale por patas lo más rápido que puede. Cuando no es deleitar a su paladar con la lista de la compra, es hacer una escalerilla con lo que tiene a mano y vaciarme las estanterías, los cajones de la ropa, los cajones de los cubiertos, los armarios de las ollas. Es tremenda.
Nora, por su parte, no para de cantar y parlotear, gritar, ordenar (en el sentido de dar órdenes), preguntar… En serio, desde las 6-7 de la mañana hasta las 9-10 de la noche. Ni una tregua, ni una siesta, ni un impás de silencio. Casi me vuelvo loca. Sí, me río, me parto con ellas, pero vaya tela de vacaciones. Hasta pensaba «bendita adolescencia y silencio condescendiente».
Pero hoy, hoy todo ha vuelto a la normalidad. Hoy ha habido cole, Nora me ha contado durante la comida su mañana, luego la he llevado y he dormido a Vera, me he tomado un café en silencio, hemos jugado, he empezado a mudar la ropa de las niñas a la habitación grande… se cuece reubicación de habitaciones. He tenido un maravilloso día con las enanas, sin recurrir a tele, chicles o chocolate. Ñoquis para comer, puré y pollo para cenar… Volvemos a la seguridad de la rutina.
En nuestra rutina nos movemos con seguridad, a veces transgredimos y sumamos uno o dos cuentos más, nos bañamos sin pelear, cenamos lo que toca sin gritar o llorar por turrón o un polvorón, disfrutamos de los ratos que tenemos y nos dormimos felices, sin pedir mil cosas, agua, jarabe, ayuda para un pedo atravesado u ocurrencias varias de mi rubia a las 22 horas.
Vamos, que vuelvo a tener todo para mí, pero yo me organizo muy bien y dosifico mi paciencia a lo largo del día, llego a la noche cuerda y en calmachicha. Es mucho trabajo, pero me lo dosifico, vuelvo a tener un rato de escribir, coser, cocinar, jugar, bañar, mimar, cuentear, cantar, leer. Me gusta nuestra rutina, me gusta porque nunca es monótona.
Que tengáis una semana maravillosa. Besitos 🙂