Hoy es una de esas mañanas frías de invierno, ya ha pasado la locura de dejar a cada peque en su espacio y vuelvo a casa. Recoger y ponerme a estudiar. Y en este trocito previo están las razones por las cuales no he actualizado desde hace meses el blog. Las peques están en un momento en el que tanto el cambio de cole de Nora, como el proyecto en el que está Vera ya están integrados en nuestra vida, pero estos meses de atrás han exigido mucha dedicación por nuestra parte y no me apetecía nada escribir sobre agobios, sombras y demás cosas que he tenido que revisar en mi misma.
Estoy estudiando Terapia Menstrual, ya visualizando el final, pero es algo que me he tomado muy en serio y que ha requerido todo el tiempo libre del que he dispuesto. Esto se va a traducir en algo muy bonito en el blog, desde alimentación orientada a cada semana del ciclo, aprender a conectarnos, cómo compartirlo en casa para crear armonía. Básicamente aprender a cuidarnos bien y sin sobrecargarnos en el papel inmenso que tenemos en casa.
Vera está a una semana de cumplir los cuatro años… y llegan con fuerza. Vera, mi bolita del amor, es ahora una niña intrépida, incansable y con un genio de folclórica que me cuesta Dios y ayuda gestionar entre tanta cosa, pero es muy divertida y cariñosa, eso salva nuestra relación (desde la honestidad más cruda).
Nora a cuatro meses de los siete… nos hemos vuelto a enamorar. Tiene su propio sentido del humor, cuida su espacio como nadie (esa es otra, hemos tenido mudanza y ya duermen separadas), la empatía ha vuelto a su ser y es genial. La veo mayor. Con ella todo fluye, parece que todo el trabajo invertido está empezando a salir a la luz y es un descanso.
Entre ellas se adoran y pelean a cada rato, es algo que empiezo a gestionar con más relax y no me dan ganas de llorar cada tres segundos, lo cual es fantástico, porque creo que me he pasado desde septiembre llorando más que en mi vida.
Ahora he llegado a ese punto de encuentro conmigo. No me juzgo, escucho mis necesidades y hago lo que está en mi mano y lo que no está, lo delego de mil amores. He descubierto la maravilla que supone en nuestra vida tener una tribu de sangre y una tribu de corazón. Poder tener y ser soporte desde varios frentes, compartir fines de semana de campo y sol con amigos y criaturas, tardes de cervezas con personas adultas, noches de castañas en familia. Es otro mundo.
Ahora veo mi propia vulnerabilidad como un regalo, me dejo cuidar y permito que me cuiden sin llegar a morir del cansancio (que a veces está ahí de la misma forma). Y dentro de todas estas cosas que he abrazado me he encontrado con todo eso que tengo para compartir y quiero compartir sabiendo que van a resultar útiles al otro lado de la pantalla.
Despertar la consciencia no fue siempre fácil, ahora ya sabiendo gestionarla… es maravilloso. Espero que tú también estés bien y si no lo estás también está bien, siempre sirve para algo.
¡Besos de viernes desde VillaRock!
Verónica
¡Cómo me alegro que hayas encontrado lo que buscabas, que Nora y tú reconectéis y que Verate enamore para que todo fluya! La verdad es que a veces admitir que tenemos limitaciones y que no es un drama delegar, es el camino más complicado de alcanzar. Yo ese camino lo llevo muy mal y poco recorrido, creo que debería de pasarme por alguna tienda y pillarme un mapa XD a ver si de esta forma cojo el sendero que me ayude a estar mejor. Ya te diré si lo consigo, de momento lo intento, ajajaja!!
Un beso familia, da gusto ver como la gente real se expresa 😉